EL ESTADO DEL HOMBRE DESPUÉS DE LA MUERTE Y DE LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

(1)

A. Los cuerpos de los hombres vuelven al polvo después de la muerte y ven la corrupción: Gn. 2:17; 3:19; Hch. 13:36; Ro. 5:12-21; 1 Co. 15:22.
B. Pero sus almas (que ni mueren ni duermen), teniendo una subsistencia inmortal, vuelven inmediatamente a Dios que las dio: Gn. 2:7; Stg. 2:26; Mt. 10:28; Ec. 12:7.
C. Las almas de los justos, siendo entonces perfeccionadas en santidad, son recibidas en el Paraíso donde están con Cristo, y contemplan la faz de Dios en luz y gloria, esperando la plena redención de sus cuerpos: Sal 23:6; 1 R. 8:27-49; Is. 63:15; 66:1; Lc. 23:43; Hch. 1:9-11; 3:21; 2 Co. 5:6-8; 12:2-4; Ef. 4:10; Fil. 1:21-23; He 1:3; 4:14,15; 6:20; 8:1; 9:24; 12:23; Ap. 6:9-11; 14:13; 20:4-6.
D. Las almas de los malvados son arrojadas al infierno, donde permanecen atormentadas y envueltas en densas tinieblas, reservadas para el juicio del gran día: Lc. 16:22-26; Hch. 1:25; 1 P. 3:19; 2 P. 2:9.
Fuera de estos dos lugares para las almas separadas de sus cuerpos, las Escrituras no admiten ningún otro.
(2)
A. Los santos que se encuentren vivos en el último día no dormirán, sino que serán transformados: 1 Co. 15:50-53; 2 Co. 5:1-4; 1 Ts. 4:17.
B. Y todos los muertos serán resucitados: Dn. 12:2; Jun. 5:28, 29; Hch. 24:15.
C. Con sus mismos cuerpos, y no con otros: Job 19:26, 27; Jun. 5:28, 29; 1 Co. 15:35-38, 42-44.
D. aunque con diferentes cualidades: 1 Co. 15:42-44,52-54.
E. Y éstos se unirán otra vez a sus almas para Siempre: Dn. 12:2; Mt. 25:46.
(3)
A. Los cuerpos de los injustos, por el poder de Cristo, serán resucitados para deshonra: Dn. 12:2; Jun. 5:28, 29.
B. Los cuerpos de los justos, por su Espíritu: Ro. 8:1, 11; 1 Co. 15:45; Gá. 6:8.
C. Para honra: 1ª Co. 15:42-49.
D. Y serán hechos entonces semejantes al cuerpo glorioso de Cristo:  Ro. 8:17,29,30; 1 Co. 15:20-23,48,49; Fil., 3:21; Col. 1:18; 3:4; 1 Jun. 3:2; Ap. 1:5.

EL CONCEPTO BÍBLICO ACERCA DEL ESTADO INTERMEDIO

LOS CREYENTES ENTRE LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN SEGÚN LA EXPLICACIÓN BÍBLICA
La posición acostumbrada por las iglesias Reformadas es que las almas de los creyentes inmediatamente después de la muerte entran a las glorias del cielo. En respuesta a la Heidelberg llevada a Cristo, su cabeza; sino también este mi cuerpo, será levantado por el poder de Cristo, se unirá de nuevo con mi alga y será hecho semejante al glorioso cuerpo de La Confesión de Westminster habla en el mismo espíritu, cuando dice que, en la cielos, en donde contemplan la faz de Dios en luz y gloria, esperando la completa redención De manera semejante, declara la Segunda Confesión Helvética:
Este concepto parecería encontrar amplia justificación en la Biblia, y es bueno tomar nota de esto, puesto que durante el último cuarto de siglo algunos teólogos Reformados han tomado la posición de que los creyentes cuando se separa del cuerpo, entran a la presencia de Luc. 23:43. Y estar con Cristo es también estar en el cielo. A la luz de II Cor. 12:3,4 casa terrestre de nuestra habitación se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no Cor. 5:1. Y el escritor de hebreos alegra el 12:23:
 Que el estado futuro de los creyentes después de la muerte, es mucho más preferible al presente, se descubre claramente en la afirmación de Pablo, en II Cor. 5:8 y Fil. 1:23, ya citado arriba. Es un estado en que los creyentes están en verdad viva y plenamente consciente, Luc. 16.19-31; I Tes. 5:10; un estado de descanso y de bendición interminable, Apoc. 14:13.
LA EXPLICACIÓN BÍBLICA ACERCA DEL ESTADO DE LOS MALVADOS ENTRE LA MUERTE Y LA RESURRECCIÓN
El infierno, en donde permanece atormentada y envuelta en densas tinieblas, reservada para el almas separadas de sus cuerpos, las Escrituras no reconocen ningún otro. Y la Segunda los incrédulos son arrojados de inmediato al infierno, de donde no hay regreso posible para los malvados mediante ninguna clase de oficios de aquello. La Biblia arroja muy poca luz directa sobre este asunto.
El único pasaje que realmente puede venir aquí a consideración es el de la parábola del rico y Lázaro en Luc. 16, en donde hades denota infierno, el lugar del tormento eterno. El rico se encuentra aquí en el lugar del tormento; su condición estaba determinada para siempre; era consciente de su miserable situación, procuró buscar consuelo a la pena que sufría, y deseaba que sus hermanos fueran advertidos para que pudieran evitar una condenación semejante.
Además de esta prueba directa hay también una inferencia. Si el justo entra a su estado eterno de inmediato, la presuposición es que también esto es cierto del malvado. Dejemos fuera de consideración en este lugar un par de pasajes que son de interpretación dudosa, es decir, I Ped. 3:19; II Ped. 2:9.

LA DOCTRINA DEL ESTADO INTERMEDIO EN LA HISTORIA

En los años primerísimos de la Iglesia Cristina se pensó muy poco de un estado intermedio.
La idea de que Jesús regresaría pronto como juez hizo que el intervalo pareciera de poca importancia. El problema del estado intermedio surgió cuando se hizo manifiesto que Jesús no regresaría de inmediato. El problema real que mortificaba a los Padres Primitivos, era cómo reconciliar el juicio individual y la retribución a la hora de la muerte con el juicio general y la retribución después de la resurrección. Atribuir demasiada importancia al primero parecería como que se despojara al otro de importancia, y viceversa.
No hubo unanimidad entre los Padres de la Iglesia Primitiva, sino que la mayoría de ellos procuró resolver la dificultad dando por concedido un estado intermedio diferente entre la se aceptaba ampliamente era que en un hades subterráneo el justo gozaba cierta medida de recompensa no igual a la de su futuro cielo, y de que allí mismo el malvado sufría un cierto grado de castigo no igual al de su futuro infierno.
El estado intermedio quedaba reducido de sostenido aunque con algunas variaciones, por hombres tales como Justino Mártir, Ireneo, Tertuliano, Novaciano, Orígenes, Gregorio de Niza, Ambrosio y Agustín. En la escuela alejandrina la idea del estado intermedio pasó a entenderse como una purificación gradual del alma. Y esto con el correr del tiempo preparó el camino para la doctrina católico romana del purgatorio.
Hubo, sin embargo, algunos que favorecieron la idea de que en la muerte las almas de los justos inmediatamente entran al cielo, es decir. Gregorio Nacianceno, Eusebio y Gregorio el Grande. En la Edad Media la doctrina del Estado Intermedio se conservó, y en relación con ella la iglesia católico romana desarrolló la doctrina del purgatorio. La opinión dominante era que el infierno recibía de inmediato las almas de los malvados, pero que sólo las de los justos que estaban libres de toda mancha del pecado eran admitidas de inmediato a la bienaventuranza del cielo, para gozar la visio Dei.
Los mártires se reconocían, generalmente, entre los pocos favorecidos. Aquellos que estaban necesitando una purificación más amplia quedaban, según la opinión dominante, detenidos en el purgatorio por un tiempo más o menos largo, según lo requiera el grado de pecado que les quedaba, y eran purgados allí del pecado mediante un fuego purificador.
Otra idea, que también se desarrolló en relación con el pensamiento del estado intermedio, fue aquella del Limbus patrum, en donde los santos del Antiguo Testamento estuvieron detenidos hasta la resurrección de Cristo. Los Reformadores, uno y todos, rechazaron la doctrina del purgatorio y también toda la idea de un verdadero estado intermedio, que llevaba consigo el concepto de un lugar intermedio. Sostuvieron que los que murieron en el Señor entraron de inmediato a la bienaventuranza del cielo, en tanto que aquellos que murieron en sus pecados bajaron de inmediato al infierno.
Sin embargo, algunos teólogos de la época de la Reforma concedieron cierto grado de diferencia entre la bendición de los primeros y el juicio de los últimos antes del juicio final, y la bendición final de ellos y el castigo después de la asamblea final. Entre los socinianos y los anabaptistas hubo algunos que revivieron la antigua doctrina sostenida por algunos en la iglesia primitiva, de que el alma del hombre duerme desde el tiempo en que muere hasta la resurrección.
Calvino escribió un tratado para combatir este concepto. La misma noción resulta defendida por algunas sectas adventistas y por el amanecer milenario. Durante el Siglo XIX varios teólogos especialmente en Inglaterra, Suiza y Alemania abrazaron la idea de que el estado intermedio es uno de más amplia probación para aquellos que no aceptaron a Cristo en esta vida. Algunos hasta el presente sostienen este concepto, y es la creencia favorita de los universalistas.

LA CONSTRUCCIÓN MODERNA DE LA DOCTRINA DE SHEOL HADES

DEFINICIÓN DE LA DOCTRINA
Hay varias explicaciones del concepto bíblico de Sheol hades en la teología actual, y es casi imposible considerar cada una de ellas por separado. Casi prevalece en la actualidad la idea de que el concepto Sheol del Antiguo Testamento, al que se supone que corresponde el de hades del Nuevo Testamento se tomó prestado de la noción gentil del bajo mundo. Se sostiene que según el Antiguo Testamento y el Nuevo, tanto los píos como los malvados a la hora de la muerte entran en la pavorosa morada de las sombras, la tierra del olvido, en donde quedad condenados a una existencia que es nada más un vago reflejo de la vida sobre la tierra.
El bajo mundo en sí mismo no es un lugar de recompensa ni un lugar de castigo. No está dividido en diferentes compartimientos para los buenos y para los malos, sino que es una región sin distinciones morales; es un lugar de consciente debilidad y de soñolienta inactividad, en donde la vida ha perdido todos sus intereses, y su gozo se ha convertido en tristeza. Algunos opinan que el Antiguo Testamento representa a Sheol como la morada permanente de todos los hombres, en tanto que otros encuentran que para los píos indica una esperanza de escapar.
En ocasiones nos encontramos con una explicación un tanto diferente de lo que es el concepto del Antiguo Testamento, y en ella Sheol se representa como dividido en dos compartimientos, es decir, el paraíso y la gehena, el primero que contiene, bien a todos los judíos, o sólo a los que guardaron fielmente la ley, y la segunda que recibe a todos los gentiles. Los judíos serán liberados del Sheol cuando venga el Mesías, en tanto que los gentiles permanecerán para siempre en la morada de las tinieblas.
La contraparte de este concepto en el Nuevo Testamento acerca de Sheol se encuentra en la explicación que nos da del hades. No se sostiene, nada más, que los hebreos albergaban la noción de un tal bajo mundo, ni de que los escritores de la Biblia ocasionalmente se acomodaran formalmente en sus explicaciones a los conceptos de los gentiles de quienes estaban hablando; sino que se afirma que este es el concepto bíblico del estado intermedio.
CRITICA DE ESTA EXPLICACIÓN MODERNA
En lo abstracto es por consiguiente, posible, que la idea de semejante localidad separada, que no es ni cielo ni infierno, en el que todos los muertos están reunidos y en donde permanecen, bien sea permanentemente, o hasta que acontezca alguna resurrección comunal, fue más o menos la idea corriente en el pensamiento popular hebreo y debe haber dado surgimiento a algunas descripciones figuradas del estado de los muertos; pero difícilmente puede considerarse por aquellos que creen en la inspiración plenaria de la Biblia como un elemento de enseñanza positivamente bíblica, puesto que contradice de plano las explicaciones bíblicas de que los justos de inmediato entran a la gloria, y los malvados de inmediato descienden al lugar del castigo eterno. Además, las consideraciones siguientes pueden sostenerse en contra de este concepto:
1. Surge La Pregunta, Si El Concepto De Sheol-Hades, Ahora Tan Ampliamente Considerado Como Bíblico, Es Verdadero O No.
Si fue verdadero en un tiempo, cuando los Libros de la Biblia fueron escritos, pero ya no lo es en la actualidad, surge naturalmente la pregunta, ¿qué fue lo que produjo el cambio? y si no fue hecho de verdad, sino decididamente un falso concepto - y esta es la opinión que prevalece - entonces el problema surge de inmediato, ¿cómo pudo contemplarse este concepto erróneo, y sancionarse, y hasta enseñarse positivamente por los escritores inspirados de la Biblia?
El problema no se resuelve mediante la consideración presentada por algunos, de que la inspiración de la Biblia no trae consigo la seguridad de que los santos del Antiguo Testamento estuvieran en lo correcto cuando hablaban de hombres que entraban a algún lugar subterráneo a la hora de la muerte, porque no sólo estos santos, sino también los escritores inspirados de la Biblia emplearon lenguaje que, en sí mismo y sin consideraciones de otras enseñanzas claras de la Escritura podría interpretarse así, Núm. 16: 30; Sal 49: 15, 16.; Sal 88: 3; 89: 48; Ecl. 9: 10; Isa. 5: 14; Os. 13: 14.
¿Estuvieron en error estos escritores inspirados cuando hablaron de que tanto los justos como los injustos descendían al Sheol? Puede decirse que hubo desarrollo en la revelación respecto al destino futuro del hombre, y no tenemos razón para dudar eso en cuanto a este punto, como en cuanto a muchos otros, de que aquello que al principio fue oscuro, gradualmente ganó en precisión y claridad; pero esto ciertamente no significa que la verdad se hubiera desarrollado de la falsedad.
¿Cómo podría haber sido esto? ¿Estimó conveniente el Espíritu Santo que el hombre primeramente recibiera impresiones falsas y obtuviera conceptos erróneos, y luego los cambiara con el correr del tiempo por una visión correcta de la condición de los muertos?
2. Si La Explicación Bíblica De Sheol-Hades Es Realmente Un Lugar Neutro, Sin Distinciones Morales, Sin Bendiciones Por Una Parte, Pero También Sin Verdaderas Penas Por La Otra, Un Lugar Al Que Todos Descienden Por Igual:
¿Cómo pudo el Antiguo Testamento sostener el descenso de los malvados al Sheol usándolo como una advertencia, tal como lo hace en diversos lugares, Job 21:13; Sal 9:17; Prov. 5:5; 7:27; 9:18; 15:24; 23:14? ¿Cómo puede hablar la Biblia acerca de la ira de Dios que arde allí?, Deut. 32: 22, y, ¿Cómo puede usar el término Sheol como sinónimo de abaddon es decir, destrucción?, Job 26: 6; Prov. 15: 11; 27: 20. Este es un vocablo fuerte, que se aplica al ángel del abismo en Apoc. 19: 11.
Algunos procuran escapar de esta dificultad rindiéndose al carácter neutro de Sheol, y asumiendo que tal lugar estaba concebido como un bajo mundo con dos divisiones, llamadas en el Nuevo Testamento, paraíso y gehena, el primero como morada destinada para los justos, y la segunda para los malvados; pero este intento sólo puede resultar en frustración, porque el Antiguo Testamento no contiene trazas de semejante división, aunque habla de Sheol como un lugar de castigo para los malvados.
Además, el Nuevo Testamento identifica con toda claridad al paraíso con el cielo en II Cor. 12: 2, 4. Y, por último, si hades es la designación neotestarnentaria para Sheol, y todos por igual van allí, ¿qué acontece con la condenación especial de Capernaum, Mat. 11:23, y cómo puede dibujarse como un lugar de tormento?, Luc. 16: 23. Alguno se verá inclinado a decir que las amenazas contenidas en algunos de los pasajes que aquí se mencionan se refieren a una repentina caída en el Sheol, pero no hay indicación alguna de ninguna clase acerca de esto en el texto, excepto en Job 21: 13, en donde esto se afirma explícitamente.
3. Si El Descenso Al Sheol Era La Sombría Contemplación Del Futuro, No Sólo De Los Malvados Sino También De Los Justos:
¿Cómo podemos explicar las expresiones de gozos expectación, o de gozo ante la faz de la muerte, tales como las que encontramos en Núm. 23: 10; Sal 16: 9, 11; 17: 15; 49: 15; 73: 24, 26; Isa. 25: 8 (compárese 1 Cor. 15: 54)? La expresión en Sal 49: 15 puede interpretarse con el significado de que Dios librará al poeta del Sheol o del poder del Sheol. Nótese también lo que el escritor de Hebreos dice de los héroes de la fe del Antiguo Testamento en Heb. 11: 13-16.
Por consiguiente, el Nuevo Testamento habla en abundancia del panorama feliz de los creyentes en el futuro, y enseña la felicidad consciente en el estado descorporizado, Luc. 16: 23, 25; 23: 43; se usa en el Nuevo Testamento, se ha sugerido que los creyentes del Nuevo Testamento gozaron de privilegios sobre todos los del Antiguo Testamento recibiendo una inmediata entrada a la bienaventuranza del cielo. Pero puede preguntarse correctamente, ¿qué base hay para! hacer semejante distinción?
4. Si La Palabra Sheol Siempre Denota La Región Sombría A La Que Descienden Los Muertos, Y Nunca Tiene Ningún Otro Significado, Entonces El Antiguo Testamento Aunque Cuenta Con Una Palabra Para El Cielo, Como La Morada Bienaventurada De Dios Y De Los Ángeles Santos, No La Tiene Para El Infierno, El Lugar De La Destrucción Y Del Castigo Eterno.
Pero resulta que sólo sobre la hipótesis de que en algunos pasajes, Sheol designa un lugar de castigo, en donde los malvados van a diferencia de los justos, las advertencias a que nos hemos referido bajo la letra (b) tienen que ver con el asunto. Sheol, en verdad, se contrasta algunas veces con shamayim (cielos) como en Job 11: 8; Sal 139: 8; Amós 9:2. La Biblia habla también del abismo o el más profundo Sheol en Deut. 32: 22. La misma expresión se encuentra en Sal 86: 13, pero en ese pasaje, evidentemente, se usa en forma figurada.
5. Por Último, Debería Notarse Que Ha Habido Diferencia De Opinión Entre Los Eruditos Respecto A Quién Es El Sujeto Preciso Que Baja Al Sheol.
Prevalece la opinión de que el sujeto es el hombre como un todo. El hombre desciende al Sheol y de alguna manera desconocida continúa su existencia en un mundo de sombras, en donde las relaciones de la vida todavía recuerdan aquellas de la tierra. Esta explicación parecería estar muy en armonía con las afirmaciones de la Escritura, Gen 37: 35; Job 7: 9; 14: 13; 21: 13; Sal 139: 8; Ecl. 9: 10. Hay algunos que señalan al hecho de Gen 42: 38; 44: 29, 31; Samuel sube como un anciano cubierto con un manto, Reyes 2: 6, 9. Pero si Sheol es un lugar a donde todos los muertos van en cuerpo y alma, ¿qué es pues lo que se deposita en la tumba, la cual se supone que es otro lugar?
Esta dificultad se resuelve por aquellos eruditos que sostienen que solamente las almas descienden al Sheol, pero esto difícilmente puede decirse que queda en armonía con la explicación del Antiguo Testamento. Es verdad que hay unos cuantos pasajes que hablan de las almas que descienden al Sheol, o que están en él, Sal 16: 10; 30: 3; 86: 13; 89: 48; Prov. 23: 14, pero es un hecho bien conocido que en hebreo la palabra nephesh (alma) con el sufijo pronominativo es frecuentemente, y en especial en el lenguaje poético, equivalente al pronombre personal.
Algunos teólogos conservadores adoptan esta construcción con respecto a la explicación del Antiguo Testamento, y encuentran apoyo en ella para su idea de que las almas de los hombres están en algún lugar intermedio (un lugar con distinciones morales y sin embargo con divisiones separadas) hasta el día de la resurrección.
SE SUGIERE UNA INTERPRETACIÓN PARA SHEOL-HADES
La interpretación de estos términos de ninguna manera resulta fácil, y al sugerir una interpretación no deseamos dar la impresión de que estamos hablando con una seguridad absoluta. Un estudio inductivo de los pasajes en los que los términos se encuentran, pronto disipa la noción de que los términos Sheol y hades se usan siempre en el mismo sentido, y que pueden, en todos los casos, traducirse con la misma palabra, sea que se trate del bajo mundo, del estado de muerte, de la tumba o del infierno.
Esto también se refleja con claridad en las diferentes traducciones de la Biblia. La Versión Holandesa traduce el término Sheol por tumba en algunos pasajes, y por infierno, en otros. La Versión
Autorizada del Rey Santiago emplea tres palabras en su traducción, es decir tumba, infierno y abismo. Los Revisores de la Versión Inglesa con mucha inconsistencia retuvieron tumba o abismo en el texto de los libros históricos, poniendo Sheol en el margen. Retuvieron infierno sólo en Isaías 14. Los Revisores de la Versión Americana evitaron la dificultad reteniendo simplemente en su traducción las palabras originales Sheol y hades.
Aunque ha ganado amplia actualidad la opinión de que Sheol es nada, más el bajo mundo al que todos los hombres descienden, este concepto de ninguna manera es unánime. Algunos de los primitivos eruditos simplemente identificaban a Sheol con la tumba; otros lo consideran como el lugar a donde las almas de los muertos están detenidas; y todavía otros, entre quienes Shedd, Vos, Aalders, y De Bondt son dignos de mencionarse, sostienen que la palabra Sheol no siempre tiene el mismo significado. Parecería que esta última opinión merece preferencia, y que lo que sigue puede decirse respecto a sus diferentes significados:
1. Las Palabras Sheol Y Hades No Siempre Indican En La Biblia Un Lugar, Sino Que Con Frecuencia Se Usan En Un Sentido Abstracto Para Designar El Estado De Muerte, El Estado De Separación Del Cuerpo Y Del Alma.
Este estado con frecuencia se concibe como local, como que constituye el reino de la muerte, y algunas veces se le explica como una fortaleza con rejas, las cuales puede cerrar y abrir sólo aquel que tiene las llaves, Mat. 16: 18; Apoc. 1: 18. Esta presentación local se basa con toda probabilidad sobre una generación de la idea de la tumba, a la cual el hombre desciende cuando entra al estado de muerte. Puesto que tanto los creyentes como los incrédulos en la terminación de su vida entran al estado de muerte, puede muy bien decirse, en sentido figurado, que sin distinción alguna están en el Sheol o en el hades. Están por igual en el estado de muerte. El paralelismo demuestra con Jehová de también Job 14: 13, 14; 17: 13, 14; Sal 89: 48; Os. 13: 14, y otros varios pasajes.
La Palabra Hades se unas evidentemente más de una vez en el sentido no local del estado de los muertos en el Nuevo Testamento, Hech. 2: 27, 31; Apoc. 6: 8; 20: 13 y 14. En los dos últimos pasajes tenemos una personificación. Puesto que los términos pueden denotar el estado de muerte, no es necesario probar que nunca se refieran a cosa alguna que concierna a los justos y a los malvados por igual, sino nada más que no denotan un lugar a donde las almas de ambos se reúnen. De Bondt llama la atención al hecho de que en muchos pasajes, el término Sheol se usa en el sentido abstracto de muerte, de poder de la muerte y de peligro de muerte.
2. Cuando Sheol Y Hades Designan Una Localidad En El Sentido Literal De La Palabra, Se Refieren A Lo Que Acostumbramos Llamar Infierno, O A La Tumba. Bajar al Sheol se anuncia como peligro y como castigo para el malvado, Sal 9; 17; 49: 14; 55: 15; Prov. 15: 11; 15:24; Luc. 16:23 (hades). La advertencia y amenaza contenida en estos pasajes se pierde por completo si Sheol se entiende como lugar neutro al que todos van, De los mismos pasajes se deduce también que no puede considerarse como un lugar con dos departamentos.
La idea de un Sheol dividido así, se tomó prestada de la idea gentil acerca del bajo mundo, y no tiene apoyo en la Biblia. Sólo al referirnos a Sheol como al estado de muerte, podemos hablar de sus dos divisiones; pero en este caso ya estamos hablando en sentido figurado. El mismo Antiguo Testamento da testimonio de que los que mueren en el Señor entran a un más pleno goce de las bendiciones de la salvación, y por tanto, no descienden a ningún bajo mundo en el sentido literal de la palabra, Núm. 23: 5, 10; Sal 16: 11; 17: 15; 73: 24; Prov. 14: 32.
Enoc y Elías fueron arrebatados y no descendieron al bajo mundo, Heb. 11: 5 y siguientes. Además, Sheol no sólo como estado, sino también como lugar está considerado en la más estrecha relación con la muerte. Si el concepto bíblico de muerte se toma en su más profundo significado que es espiritual, se verá al momento que Sheol no puede ser la morada de las almas de aquellos que mueren en el Señor, Prov. 5: 5; 15: 11; 27: 20.
3. Hay también varios pasajes en los que Sheol y hades parece que designan la tumba.
Sin embargo, no siempre resulta fácil determinar si esos vocablos se refieren a la tumba: o al estado de la muerte. Los que siguen son algunos de los pasajes que aquí merecen consideración: Gen 37 =35; 42: 38; 44: 29; 29:31; 1 Reyes 2:6, 9; Job 14:13; 17:13; 21:13; Sal 6:5; 88:3; Ecl. 9: 10. Pero aunque el nombre Sheol se usa también para la tumba, no se sigue, necesariamente, que desde su origen se haya usado así la palabra, cuyo uso se tomó prestado para designar al infierno.
Con toda probabilidad lo contrario es lo verdadero. La tumba se llama Sheol debido a que simboliza el descanso, el cual está relacionado con la idea de la destrucción. Para los creyentes el simbolismo bíblico está cambiado por la misma Biblia. Dice Pablo que descienden a la muerte como el grano sembrado en tierra, del cual brota una vida nueva, más abundante y más gloriosa.
En el Antiguo Testamento la palabra Sheol se usa más veces para designar la tumba, y menos veces para designar el infierno, en tanto que en el uso correspondiente de hades, en el Nuevo Testamento, acontece lo contrario.

LAS DOCTRINAS CATÓLICO ROMANAS RESPECTO A LA MORADA DEL ALMA DESPUÉS DE LA MUERTE

EL PURGATORIO
Según la iglesia de Roma las almas de aquellos que están perfectamente puros a la hora de la muerte, son por lo mismo, admitidos al cielo, o a la beatífica visión de Dios, Mat. 25: 46; Fil. 1: 23; pero aquellos que no están perfectamente limpios, que todavía están cargados con la culpa de los pecados veniales y que no han recibido el castigo temporal merecido por sus pecados - y esta es la condición de la mayor parte de los fieles a la hora de la muerte deben someterse a un proceso de purificación antes de que puedan entrar a la suprema bienaventuranza y a los goces celestiales. En lugar de entrar al cielo de inmediato, entran al purgatorio.
El purgatorio no es un lugar de probación, sino de purificación y de preparación para las almas de los creyentes que están seguros de su entrada definitiva al cielo; pero que todavía no están aptos para entrar a la bienaventuranza de la beatífica visión. Durante la permanencia de estas almas en el purgatorio sufren la pena de la pérdida, es decir, la angustia que resulta del hecho de estar excluidas de la bienaventurada visión de Dios, y alma. La duración de su permanencia en el purgatorio no puede determinarse de antemano.
La duración tanto como la intensidad de sus padecimientos varía según el grado de purificación que todavía se haga necesario. Pueden acortarse y atenuarse mediante las oraciones y las buenas obras de los fieles que están en la tierra, y en forma especial, por el sacrificio de la misa. Es posible que uno permanezca en el purgatorio hasta que llegue el juicio final. Se supone que el papa tiene jurisdicción sobre el purgatorio. Es peculiar prerrogativa suya conceder indulgencias, aligerar los sufrimientos purgatoriales, y hasta darlos por terminados.
El apoyo principal para esta doctrina se encuentra en II Macabeos 12: 42-45, y por tanto, en un libro que los protestantes no reconocen como canónico. Pero este pasaje prueba demasiado, como si dijéramos, más de lo que los católicos romanos mismos quisieran admitir consistentemente, es decir, la posible liberación de soldados del purgatorio que murieron en pecado mortal de idolatría. Algunos pasajes de la Escritura se supone que también favorecen esta doctrina, por ejemplo Isa. 4: 4 Miq. 7: 8; Zac. 9: 11; Mal. 3: 2, 3; Mat. 12: 32; 1 Col. 3: 13-15; 15: 29.
Sin embargo, es de perfecta evidencia que estos pasajes sólo servirían para sostener la doctrina del purgatorio mediante una muy forzada exégesis.
1. La doctrina se encuentra absolutamente sin apoyo en la Biblia, y además, descansa sobre varia premisas falsas, por ejemplo que debemos añadirle algo él la obra de Cristo
2. Que nuestras buenas obras son meritorias en el sentido estricto de la palabra;
3. Que podemos ejecutar obras de supererogación, obras en mayor número que el prescrito por el deber
4. Que el poder de las llaves de la iglesia es absoluto en el sentido judicial. Según esto la iglesia puede acortar, aliviar y aun dar por terminados los sufrimientos del purgatorio.
EL LIMBUS PATRUM
La palabra latina limbus (franja) se usó en la Edad Media para indicar dos lugares situados en la franja o en los linderos del infierno, es decir el Limbus Patrum y el Limbus Infantum.
El primero es lugar a donde, de acuerdo con las enseñanzas de Roma, las almas de los santos del Antiguo Testamento estuvieron detenidas en un estado de expectación hasta la resurrección del Señor de entre los muertos.
Después de su muerte en la cruz se supone que Cristo tuvo que descender a la morada de los padres, para libertarles de su confinamiento temporal y llevarles en triunfo al Cielo. Esta es la interpretación católico romana del descenso de Cristo al hades. El hades está considerado como la morada de los espíritus que han partido de aquí, habiendo dos divisiones, una para los justos y una para los malvados.
La, división habitada por los espíritus de los justos era el Limbus Patrum, conocido por los judíos como el seno de Abraham, Luc. 16: 23, y el paraíso, Luc. 23: 43. Se sostiene que el cielo no fue abierto para ningún hombre hasta que Cristo hubo hecho ya la propiciación por el pecado del mundo.
EL LIMBUS INFANTUM
Esta es la morada de las almas de todos los niños que murieron sin bautizar, sin tomar en cuenta su descendencia de gentiles o de padres cristianos. Según la iglesia católica romana los niños no bautizados no pueden ser admitidos al cielo, no pueden entrar al reino de Dios, Juan 3:5. Sin embargo, siempre ha habido una repugnancia natural hacia la idea de que estos niños sean torturados en el infierno, y los teólogos católico romanos buscaron una manera para escapar de la dificultad.
Algunos pensaron que tales niños podían quizá salvarse mediante la fe de sus padres, y otros, que Dios podía comisionar a los ángeles para bautizarlos. Pero la opinión dominante es que, aunque están excluidos del cielo, están consignados a un lugar de las márgenes del infierno, en donde sus terribles fuegos no llegan. Permanecen en este lugar para siempre sin ninguna esperanza de liberación.
La iglesia nunca ha definido la doctrina del Limbus Infantum y las opiniones de los teólogos varían con respecto a la condición exacta de los niños confinados en el. Sin embargo, la sino que simplemente están excluidos de las bendiciones del ciclo. Conocen y aman a Dios mediante el uso de sus poderes naturales, y tienen una completa felicidad natural.

EL ESTADO DE LAS ALMAS DESPUÉS DE LA MUERTE ES DE EXISTENCIA CONSCIENTE

LA ENSEÑANZA DE LA ESCRITURA RESPECTO A ESTE PUNTO
Ha surgido el problema de si las almas después de la muerte permanecen conscientes activamente y son capaces de acción racional y religiosa. Esto algunas veces ha sido negado sobre la base general de que el alma en su actividad consciente depende del cerebro, y que por tanto, no puede continuar funcionando cuando el cerebro está destruido.
Pero, como ya indicamos en lo precedente (pagina 811), lo persuasivo de este argumento bien presente transmita sus efectos por medio del cerebro, no se sigue necesariamente que este no pueda trabajar de ninguna otra manera. Al argüir en favor de la existencia consciente del alma después de la muerte, no ponemos confianza alguna sobre los fenómenos actuales del espiritismo, y ni siquiera dependemos de argumentos filosóficos, aunque estos no carezcan de fuerza. Buscamos nuestra evidencia en la Palabra de Dios, y particularmente en el Nuevo Testamento. El rico y Lázaro platican juntos, Luc. 16: 19-31.
Pablo habla de estado vida presente, II Cor. 5:6-9; Fil. 1:23. Con toda seguridad, Pablo, difícilmente hubiera hablado de esta manera para referirse a una existencia inconsciente, que sería prácticamente una inexistencia. En Hebreos 12:23 se dice que los creyentes se han congregado consciente. Además, los espíritus que están debajo del altar claman porque su sangre sea vengada de los perseguidores de la iglesia, Apoc. 6:9, y las almas de los mártires se dicen que reinan con Cristo, Apoc. 20:4. Esta verdad de la existencia consciente del alma después de la muerte ha sido negada en más de una forma.

LA DOCTRINA DEL SUEÑO DEL ALMA (PSYCHOPANNYCHY)

 DEFINICIÓN DE LA DOCTRINA:
Esta es una de las formas en que se ha negado la existencia consciente del alma después de la muerte. Sostienen que, después de la muerte, el alma continúa existiendo como un ser espiritual e individual, pero en un estado de reposo inconsciente. Eusebio hace mención de una pequeña secta de Arabia que sostenía este conceptos Durante la Edad Media hubo un grupo muy pequeño de los llamados psicopaniquianos, y en el tiempo de la Reforma este error fue defendido por algunos de los anabaptistas. Calvino hasta escribió un tratado en contra de ellos bajo el título de Psychopannychia.
En el Siglo XIX esta doctrina fue sostenida por algunos de los irvingitas en Inglaterra y en nuestro día es una de las doctrinas favoritas de los ruselistas o partidarios del amanecer milenario en los Estados Unidos de América. Según estos últimos el cuerpo y el alma descienden a la tumba; el alma en un estado de sueño, que realmente equivale a un estado de no existencia. Lo que se llama la resurrección resulta en realidad una nueva creación.
Durante el milenio los malvados tendrán una segunda oportunidad, pero si no demuestran un marcado adelanto durante los primeros cien años, serán aniquilados.
Si en ese período dan evidencia de alguna mejora de vida, su probación continuará, pero sólo para terminar en aniquilación, si permanecen impenitentes. No hay infierno, ni lugar de tormento eterno. La doctrina del sueño del alma parece tener una fascinación peculiar para aquellos que encuentran difícil creer en una continuación de la conciencia: sin contar con el organismo corporal.
LA SUPUESTA BASE ESCRITURAL PARA ESTA DOCTRINA:
La prueba bíblica para esta doctrina se encuentra de manera especial en lo que sigue:
A. La Escritura con frecuencia representa a la muerte como un sueño, Mat. 9:24; Hech. 7:60; 1 Cor. 15: 51; 1 Tes. 4:13. Se dice que este sueño no puede ser un sueño del cuerpo, y por tanto debe ser un sueño del alma.
B. Hay ciertos pasajes de la Escritura que enseñan que los muertos están en la inconsciencia, Sal 16:5; 30:9; 115:17; 146:4; Ecl. 9:10; Isa. 38:18, 19. Esto resulta contrario a la idea de que el alma continúa su existencia consciente.
C. La Biblia enseña que los destinos de los hombres se determinarán mediante un juicio final, y que será sorpresa para algunos. En consecuencia, es imposible aceptar que el alma entre a su destino inmediatamente después de la muerte, Mat. 7:22, 23; 25:37-39,44; Juan 5:29; II Cor. 5:10; Apoc. 20:12 y sig.
D. Ninguno de aquellos que fueron levantados de entre los muertos ha dado jamás algún relato de sus experiencias. Esto puede entenderse mejor sobre la hipótesis de que sus almas estaban inconscientes en su estado descorporificado.
CONSIDERACIÓN DE LOS ARGUMENTOS PRESENTADOS:
Los argumentos precedentes pueden contestarse de la manera siguiente, en el orden en que fueron presentados:
A. Debería notarse que la Biblia nunca dice que el alma cae en sueño, ni que el cuerpo duerme, sino sólo la persona que muere. Y esta explicación bíblica se basa simplemente en la similaridad que existe entre un cuerpo muerto y un cuerpo dormido. No resulta inadecuado que la Biblia use este eufemismo para sugerir a los creyentes la consoladora esperanza de la resurrección. Además, la muerte es un rompimiento con la vida del mundo que nos rodea, y hasta donde se le considera como sueño, es un descanso. Por último, no debe olvidarse que la Biblia, representa a los creyentes gozando de una vida consciente en comunión con Dios y con Jesucristo inmediatamente después de la muerte, Luc. 16:19-31; 23:43; Hech. 7:59; lI Cor. 5:8; Fil. 1:23; Apoc. 6:9; 7:9; 20:4.
B. Los dos pasajes que parecen enseñar que el que muere está inconsciente tienen claramente la intención de acentuar el hecho de que en el estado de muerte el hombre no puede seguir tomando parte en las actividades del mundo presente voz del cantante queda silenciada, el cetro del rey cae. El cuerpo retorna.
C. A veces se explica como si el destino eterno del hombre dependiera sobre una prueba en el último día, pero esto evidentemente es un error. El día del juicio no es necesario para llegar a una decisión respecto a la recompensa o al castigo correspondiente a cada hombre; sino solamente para el anuncio solemne de la sentencia, y para la revelación de la justicia de Dios en la presencia de los hombres y de los ángeles. La sorpresa de la que algunos de los pasajes dan evidencia pertenece al terreno sobre el cual el juicio descansa más bien que sobre el juicio mismo.
D. Es verdad que no leemos de que alguno de los que resucitaron de entre los muertos hubiera dicho algo acerca de sus experiencias entre su muerte y su resurrección. Pero este es un argumento nada más de silencio, que es por completo indigno en este caso, puesto que la Biblia enseña con claridad la existencia consciente de los muertos.
Sin embargó, muy bien pudo ser que aquellas personas guardaron silencio acerca de sus experiencias, pero que esto puede explicarse desde luego sobre la hipótesis de que no les fue permitido hablar de ellas, o de que no pudieron relatárnoslas en lenguaje humano. Compárese lI Cor. 12:4.

LA DOCTRINA DEL ANIQUILACIONISMO Y DE LA INMORTALIDAD CONDICIONAL

1. LA DEFINICIÓN DE ESTAS DOCTRINAS:
Según estas doctrinas no hay para los malvados después de la muerte una existencia consciente, si es que hay alguna. Las dos doctrinas mencionadas en el encabezado de este número tres son una misma en cuanto a su concepto del estado de los malvados después de la muerte, pero difieren en dos puntos fundamentales.
El aniquilacionismo enseña que el hombre fue creado inmortal, pero que el alma, que continúa en el pecado queda mediante un acto positivo de Dios despojada del don de la inmortalidad, y por último destruida: o (según algunos) privada para siempre de la conciencia, lo que prácticamente equivale a quedar reducido a la no existencia. Por otra parte, según la doctrina de la inmortalidad condicional, la inmortalidad no era un don natural del alma, sino un don de Dios en Cristo para aquellos que creen.
El alma que no acepta a Cristo en definitiva deja de existir, o pierde toda conciencia. Algunos de los abogados de estas doctrinas enseñan una duración limitada de los sufrimientos consientes para los malvados en la vida futura, y de esta manera retienen algo de la idea de un castigo positivo.
2. ESTAS DOCTRINAS EN LA HISTORIA:
 La doctrina del aniquilacionismo se enseñó por Arnobio y por los primitivos socinianos, y por los filósofos Locke y Hobbes, pero no era popular en su forma original. Sin embargo, en el siglo anterior la vieja idea de la aniquilación fue revivida con algunas modificaciones bajo el nombre de inmortalidad condicional, y en su nueva forma encontró mucha aceptación. Fue defendida por E. White, J.B. Heard, y los prebendados Constable y Row, en Inglaterra; por Richard Rothe en Alemania; por A. Sabatier en Francia; por E. Petavel y Ch. Secretan en Suiza, y por C.F. Hudson, W.R. Huntington, LC. Baker, y L.W. Bacon en los Estados Unidos de América, por lo tanto merece atención especial.
No todos expresaron la doctrina en la misma forma, pero convinieron en la posición fundamental de que el hombre no es inmortal en virtud de su constitución original, sino que fue hecho inmortal mediante un acto especial o regalo de la gracia. Hasta donde tiene que ver con los malvados, algunos sostienen que estos retienen una existencia sin importancia, aunque con alguna pérdida de conciencia, en tanto que otros afirman que perecen notoriamente como las bestias, aunque tenga que ser después de un largo o corto período de sufrimiento.
3. ARGUMENTOS QUE SE ADUCEN EN FAVOR DE ESTA DOCTRINA:
El apoyo para esta doctrina se encuentra parcialmente en el lenguaje de algunos de los primitivos padres de la iglesia, lenguaje que parece implicar, al menos, que solamente los creyentes reciben el don de la inmortalidad, y en parte, también en algunas de las teorías más recientes de la ciencia, que niegan que haya alguna prueba científica de la inmortalidad del alma. Sin embargo, el apoyo principal para la doctrina se busca en la Escritura. Se dice que la Biblia.
A. Enseña que Dios es el único inherente inmortal, I Tim. 6:16.
B. Nunca habla de la inmortalidad del alma en general, antes bien, explica la inmortalidad como un don de Dios para aquellos que están en Cristo Jesús, Juan 10:27, 28; 17:3; Rom. 2:7; 6:22, 23; Gá 1:6-8;
C. incrédulos serán reducidos a la existencia, Mal. 7:13, 10:28; Juan 3:16; Rom. 6:23; 8:13; II Tes. 1:9.
4. CONSIDERACIÓN QUE MERECEN ESTOS ARGUMENTOS:
No puede decirse que estos argumentos en favor de esta doctrina sean conclusivos. El lenguaje de los primitivos padres de la iglesia no siempre es exacto y consistente consigo mismo, y admite alguna otra interpretación. Y el pensamiento especulativo de todas las épocas consideradas como un todo, ha sido favorable a la doctrina de la inmortalidad, en tanto que la ciencia no ha tenido éxito en desaprobarlo. Los argumentos bíblicos pueden contestarse en el orden siguiente;
A. Dios es verdaderamente el único que tiene inmortalidad inherente. La inmortalidad del hombre es derivada, pero esto no equivale a decir que no la posee en virtud de su creación.
B. En el segundo argumento la mera, inmortalidad o existencia continuada del alma se confunde con la vida eterna, en tanto que esta última es un concepto mucho más rico. La vida eterna en realidad es don de Dios en Cristo Jesús, un don que el malvado no recibe, pero esto no significa que ellos no continuaran existiendo.
C. El último argumento acepta arbitrariamente que los términos Solamente el literalismo más atrevido puede sostener esto, y lo haría nada más en relación con algunos de los pasajes citados por los abogados de esta teoría.
5. ARGUMENTOS EN CONTRA DE ESTA DOCTRINA:
La doctrina de la inmortalidad condicional está claramente contradicha por la Biblia. En donde enseña
A. Que los pecadores tanto como los santos continuaran existiendo para siempre, Ecl.12:7; Mat. 25:46; Rom. 2:8-10; Apoc. 14:11; 20:10.
B. Que los malvados sufrirán el castigo eterno, lo que quiere decir que continuaran para siempre conscientes de un castigo que ellos reconocen, como justamente merecido y que por tanto no serán aniquilados, compárense los pasajes que acabamos de mencionar.
C. Que habrá grados en el castigo de los malvados, en tanto que la extinción del ser o de la conciencia no admite grados, sino que constituye un castigo que resulta igual para todos, Luc. 12:47, 48; Rom. 2: 12.
Las consideraciones siguientes también se oponen decididamente a esta doctrina particular:
1. La aniquilación sería contraria a toda analogía. Dios no aniquila su obra no obstante lo mucho que cambie de forma. La idea bíblica de la muerte no tiene nada en común con la aniquilación. La vida y la muerte en la Biblia están opuestas exactamente. Si la muerte significa nada más la cesación del ser o de la conciencia, la vida debe significar solamente la continuación de ellos; pero como asunto de hecho significa mucho más que eso, compárese Rom, 8:6; I Cor. 4: 8; I Juan 3: 4. El término tiene una connotación espiritual, y así lo tiene la palabra muerte. El hombre está espiritualmente muerto desde antes de que caiga presa de la muerte física, pero esto no envuelve la pérdida del ser o de la conciencia, Ef. 2:1, 2; 1 Tim. 5:6; Col. 2:13; Apoc. 3:1.
2. La aniquilación difícilmente puede considerarse como castigo, puesto que este implica conciencia de pena y desgracia, en tanto que, cuando termina la existencia cesa también la conciencia. Podría cuando mucho decirse que el terror de la aniquilación sería un castigo, pero este castigo no sería conmensurable con la trasgresión. Y naturalmente el terror de un hombre que nunca tuvo dentro de sí la chispa de la inmortalidad, jamás igualaría al de aquel que tiene la eternidad en su corazón, Ecl. 3:11.
3 Acontece con frecuencia que la gente del pueblo cuando se cansa de la vida, considera la extensión del ser y de la conciencia una cosa muy deseable. Para estos, semejante castigo resultaría, en verdad, una bendición.

EL ESTADO INTERMEDIO NO ES DE MAYOR PROBACIÓN

DEFINICIÓN DE LA DOCTRINA
 Encontró mucha aceptación en el mundo teológico del Siglo XIX. Fue defendido, entre otros, por Mueller, Dorner y Nietzsche en Alemania, por Godet y Gretillat en Suiza, por Mauricio, Farrar y Plumptre en Inglaterra y por Newman Smythe, Munger, Cox, Jukes y varios teólogos de Andover aquí en los Estados Unidos de América. Esa teoría quiere que la salvación por medio de Cristo sea posible todavía en el estado intermedio para ciertas clases o, quizá, para todos; y que esta sea ofrecida sobre los mismos términos sustanciales en que se ofrezca al presente, es decir; la fe en Cristo como Salvador.
Cristo tiene que ser dado a conocer a todos aquellos, que todavía lo necesitan para salvación, y aceptarlo a El es preciso para todos. Ninguno es condenado al infierno sin haber sido sujetado a esta prueba, y solamente serán condenados aquellos que resistan esta oferta de gracia. El estado eterno del hombre no quedará irrevocablemente determinado sino hasta el día del juicio. La decisión hecha entre la muerte y la resurrección decidirá, si uno ha sido salvado o no.
El principio fundamental sobre el que descansa esta teoría es que ningún hombre perecerá sin que le haya sido ofrecida una oportunidad favorable para conocer y aceptar a Jesús. El hombre queda condenado sólo cuando rehúsa obstinadamente aceptar la salvación que se le ofrece en Cristo Jesús. Sin embargo, las opiniones difieren respecto a las personas a quienes esta bondadosa oportunidad de aceptar a Cristo será ofrecida en el estado intermedio. La opinión general es que con toda seguridad se extenderá a todos los niños que murieron en la infancia, y a los adultos gentiles que en esta vida no oyeron de Cristo.
La mayoría sostiene que será concedida aun a aquellos que viven en países cristianos, pero que en esta vida actual nunca consideraron adecuadamente las demandas de Cristo. De nuevo, resulta una grande diversidad de opiniones en cuanto a la agencia y a los métodos mediante los cuales esta obra salvadora se desarrollará en el futuro. Además, en tanto que algunos albergan la más grande esperanza con respecto a los resultados de la obra, otros son menos entusiastas en sus esperanzas.
EL FUNDAMENTO SOBRE EL QUE DESCANSA ESTA DOCTRINA
Esta teoría se funda, en parte, sobre consideraciones generales de lo que puede esperarse del amor y de la justicia de Dios, y sobre un deseo fácilmente entendido de hacer que la obra bondadosa de Cristo sea tan amplia como sea posible, mas bien que sobre una sólida base escritural.
La base bíblica principal sobre la que se funda, se encuentra en I Pedro 3:19 y 4:6, pasajes que se entienden como que enseñan que Cristo en el período entre su muerte y resurrección predicó a los espíritus en el hades. Pero estos pasajes proporcionan una base muy precaria, puesto que son capaces de muchas interpretaciones diferentes.
Y aun cuando estos pasajes enseñan que Cristo verdaderamente fue al bajo mundo a predicar, su oferta de salvación se extendería únicamente a aquellos que murieron antes de su crucifixión. También se refieren otros defensores de la doctrina a pasajes en los que, según ellos estiman, se presenta la incredulidad como la única base para ser condenado, por ejemplo Juan .3:18, 36; Marc. 16:15,16; Rom. 10:9-12; Ef. 4:18; II Pedro 2:3,4; 1 Juan 4:3.
Pero estos pasajes prueban nada más que la fe en Cristo es el camino de la salvación, lo cual por ningún motivo resulta lo mismo que probar que un rechazamiento consciente de Cristo es la única base de condenación. La incredulidad se debe considerar sin duda como un gran pecado, y que resulta prominente en la vida de aquellos a quienes Cristo se predica, pero no es única forma de rebelión en contra de Dios, ni la única base para la condenación.
Los hombres ya están bajo condenación cuando Cristo se les ofrece. Otros pasajes, por ejemplo Mat. 13:31, 32; 1 Cor. 15:24-28; y Fil. 2: 9-11 son de igual manera inconclusivos.
Algunos de ellos prueban demasiado y por lo mismo no prueban cosa alguna.
LOS ARGUMENTOS CONTRARIOS A ESTA DOCTRINA
Las consideraciones siguientes pueden presentarse en contra de esta teoría;
1. La Biblia explica que después de la muerte el estado de incredulidad queda definitivamente fijo. El pasaje más importante que viene a la consideración aquí es Luc. 16:19-31. Otros pasajes son Ecl.11: 3 (de interpretación dudosa); Juan 8:21, 24; II Pedo 2:4, 9; Judas 7-13 (compárese 1 Pedo 3:19).
2. También explica invariablemente que el venidero juicio final será determinado por las cosas que fueron hechas en la carne, y nunca habla de que será determinado de alguna manera por lo que haya ocurrido en el estado intermedio, Mat. 7:22, 23; 10:32,33; 25:34-46; Luc. 12:47,48; II Cor. 5:9, 10; Gál. 6:7, 8; II Tes. 1: 8; Heb. 9:27.
3. El principio fundamental de esta teoría, de que sólo un rechazamiento consciente de Cristo y de su evangelio, hace que los hombres perezcan, no es bíblico. El hombre está perdido por naturaleza, y hasta el pecado original tanto como los pecados actuales lo convierten en sujeto digno de condenación. El rechazamiento de Cristo, indudablemente, es un gran pecado, pero nunca se explica como el único que conduce a la destrucción
4. La Biblia nos enseña que los gentiles perecen, Rom. 1:32; 2:12; Apoc. 21:8. No hay evidencia bíblica sobre la que fundar la esperanza de que los adultos gentiles o cuando menos los gentiles niños que al morir no habían llegado todavía! a los años de la discreción, se salvarán.
5. La teoría de una futura probación también está calculada para extinguir todo celo misionero. Si los gentiles pueden decidir respecto a su aceptación de Cristo en el futuro, para muchos solamente traería un juicio más rápido y aumentado si se les colocará en el caso de hacer su decisión ahora. ¿Por qué no dejarlos pues en ignorancia durante tanto tiempo como sea posible?

LA RESURRECCIÓN DE LOS MUERTOS

La discusión de la segunda venida de Cristo conduce, naturalmente, a la consideración de sus concomitantes. Entre estos el más sobresaliente es la resurrección de los muertos.

LA DOCTRINA DE LA RESURRECCIÓN EN LA HISTORIA

En los días de Jesús había diferencia de opinión entre los judíos respecto a la resurrección.
En tanto que los fariseos creían en ella, los saduceos no, Mat. 22:23; Hech. 23:8. Cuando Pablo habló de ella en Atenas, se encontró con la burla, Hech. 17:32. Algunos de los Corintios la negaban, 1 Cor. 15, e Himeneo y Fileto, considerándola como algo meramente espiritual, afirmaba que ya era un asunto de historia, II Tim. 2:18. Celso, uno de los más antiguos oponentes del cristianismo, hizo de esta doctrina, de manera especial, el blanco del ridículo; y los gnósticos, que consideraban a la materia como inherentemente mala, naturalmente la rechazaban.
Orígenes defendió la doctrina en contra de los gnósticos y de Celso, y sin embargo no creía que el mero cuerpo que se depositaba en la tumba habría de resucitar. Describió el cuerpo de la resurrección como uno nuevo, refinado y espiritualizado. Aunque algunos de los primitivos Padres cristianos participaron de su concepto, la mayoría de ellos acentuó la identidad del cuerpo presente y el cuerpo de la resurrección. La iglesia ya había expresado en la confesión apostólica su creencia en la resurrección de la carne (sarkos).
Agustín, al principio, se inclinó a convenir con Orígenes; pero posteriormente adoptó el concepto dominante aunque no estimó necesario creer que las presentes diferencias de talla y estatura continuarían en la vida venidera. Jerónimo insistió fuertemente sobre la identidad del cuerpo presente y el futuro.
El Oriente, representado por hombres como los dos Gregarios, Crisóstomo y Juan de Damasco manifestó una tendencia a adoptar un concepto más espiritual de la resurrección que el Occidente. Aquellos que creían en un milenio que había de venir hablaron de una doble resurrección, la de los justos al principio y la de los malvados al fin del reino milenario.
Durante la Edad Media los escolásticos especularon mucho acerca del cuerpo de la resurrección, pero sus especulaciones son de mucha fantasía y de poco valor.
Especialmente Tomás de Aquino pareció tener información especial acerca de la naturaleza de la resurrección del cuerpo, y acerca del orden y manera de la resurrección. Los teólogos del período de la Reforma convenían generalmente en que el cuerpo de la resurrección sería idéntico con el cuerpo actual.
Todas las grandes confesiones de la iglesia explican la resurrección general como simultánea con la segunda venida de Cristo, el juicio final y el fin del mundo. No separan ninguno de estos eventos tales como la resurrección de los justos y la de los malvados, y la venida de Cristo y el fin del mundo, por un período de mil años.
Los premilenaristas, por otra parte, insisten en tal separación. Bajo la influencia del racionalismo y con el avance de las ciencias físicas algunas de las dificultades con que está cargada la doctrina de la resurrección se acentuaron, y como un resultado, el amplitudismo religioso moderno niega la resurrección de la carne, y explica las exposiciones bíblicas de ella como representaciones figuradas de la idea de que la personalidad humana: plena continuará .existiendo después de la muerte.
PRUEBAS BÍBLICAS DE LA RESURRECCIÓN EN EL ANTIGUO TESTAMENTO
Algunas veces se dice que el Antiguo Testamento no sabe nada de la resurrección de los muertos, o lo sabe sólo en sus últimos libros. Es muy común la opinión de que Israel tomó muy fuerte a favor de la: hipótesis de que la idea de la resurrección entró de Persia a la individual apareció por primera vez en Israel después del exilio, y puede haberse debido a. Salmond menciona también este concepto, pero pretende que no está misma suficiente para explicar toda la historia del concepto de una vida futura en el De Bondt llega a la conclusión de que no hay un solo pueblo entre todos aquellos con los que Israel estuvo en contacto, que no tuvieron una doctrina de la resurrección que pudiera haber servido como un modelo para la explicación de la que era corriente entre Israel; y que la fe en la resurrección que encuentra expresión en el Antiguo Testamento no tiene su base en las religiones de los gentiles, sino en la revelación del Dios de Israel.
Es cierto que no encontramos una afirmación clara respecto a la resurrección de los muertos antes del tiempo de los profetas, aunque Jesús encontró que estaba ya implicada en Ex 3:6; compárese Mat. 22:29-32, y el escritor de Hebreos advierte que aun los patriarcas miraban a la resurrección de los muertos, Heb. 11:10, 13-16, 19. Ciertamente no faltan evidencias de que había una creencia en la resurrección mucho antes del exilio.
Está implicada en los pasajes que hablan de la liberación del Sheol Sal 49:15; 73:24, 25; Prov. 23:14. Encuentra expresión en la famosa afirmación de Job, 19:25-27. Además se enseña con mucha claridad en Isa. 26:19 (un pasaje que los críticos consideran tardío), y en Dan. 12:2, y probablemente también está implicada en Ez. 37:1-14

EN EL NUEVO TESTAMENTO

Como podría esperarse, el Nuevo Testamento tiene más que decir acerca de la resurrección de los muertos que el Antiguo, porque en la resurrección de Jesucristo trae el clímax de la revelación de Dios sobre este punto. En contra de la negación de los saduceos, Jesús arguye la resurrección de los muertos fundándose en el Antiguo Testamento, Mat. 22:23-33, y paralelos, compárese Ex 3:6.
Además, Jesús enseña aquella gran verdad con mucha claridad en Juan 5:25-29; 6:39, 40, 44, 54; 11:24, 25; 14:3; 17:24. El pasaje clásico del Nuevo Testamento para la doctrina de la resurrección es 1 Cor. 15. Otros pasajes importantes son: 1 Tes. 4:13-l6; II Cor. 5:1-10; Apoc. 20:4-6 (de dudosa interpretación), y 20:13.
LA NATURALEZA DE LA RESURRECCIÓN ES LA OBRA DEL DIOS TRINO
La resurrección es la obra del Dios trino. En algunos casos se nos dice simplemente que Dios levanta los muertos, sin identificar persona alguna, Mat. 22:29; II Cor. 1:9, Sin embargo, con mas particularidad, la obra de la resurrección se atribuye al Hijo, Juan 5:21, 25, 28, 29; 6:38-40, 44, 54; I Tes. 4:16. Indirectamente también se designa como una obra del Espíritu Santo, Rom. 8:11
ES UNA RESURRECCIÓN FÍSICA O CORPORAL
Hubo algunos, en los días de Pablo, que consideraron que .la resurrección era espiritual, II Tim. 2:18. Y hay muchos en la actualidad que creen nada más en una resurrección espiritual. Pero la Biblia es muy explícita al enseñar la resurrección del cuerpo. A Cristo se la resurrección del pueblo de Dios será semejante a la de su celestial Señor. La de El fue una resurrección corporal y la de ellos tendrá que ser de la misma clase. Además, la redención obrada por Cristo se dice que intuye también la del cuerpo, Rom. 8:23; I Cor. 6:13-20.
En Rom. 8:11 se nos dice explícitamente que Dios por medio de su Espíritu levantará nuestros cuerpos mortales. Y en 1 Cor. 15 se ve claramente que el cuerpo es el que está en forma prominente en la mente del apóstol; compárense especialmente los versículos 35-49. De acuerdo con la Escritura habrá una resurrección del cuerpo, es decir, no del todo una nueva creación, sino un cuerpo que en un sentido fundamental será idéntico con el cuerpo presente. Dios no creará un cuerpo nuevo para cada hombre, sino que levantará el mismo cuerpo que fue depositado en la tierra. Esto 8:11, I 'Cor. 15:53, y está implicado además en la figura de la semilla que cae en tierra, la cual emplea el Apóstol en I Cor. 15:36-38.
Además, Cristo, las primicias de la resurrección, probó conclusivamente la identidad de su cuerpo a sus discípulos. Al mismo tiempo la Biblia manifiesta con perfecta evidencia que el cuerpo será cambiado en gran manera. El cuerpo de Cristo todavía no estaba plenamente glorificado durante el período de transición entre la resurrección y la ascensión; y sin embargo, había pasado ya por un cambio notable.
Pablo se refiere al cambio que tendrá lugar cuando dice que al sembrar la semilla no sembramos el cuerpo que será; ni pretendemos recoger del suelo precisamente la misma semilla. Y sin embargo, esperamos al cosechar, algo que en sentido fundamental será idéntico con la semilla depositada en la tierra. Aunque hay cierta identidad entre la semilla sembrada y la semilla que se desarrollará de ella, sin embargo también hay una notable incorrupción, y esto mortal debe vestirse corrupción; se levanta en incorrupción: se siembra en vergüenza; se levanta en poder; se con la conservación de la identidad. Se nos dice que en la actualidad cada partícula de nuestros cuerpos cambia cada siete años, pero a través de ese cambio todo el cuerpo retiene su identidad.
Habrá una cierta relación física entre el antiguo cuerpo y el nuevo, pero la naturaleza de esta relación no se nos ha revelado. Algunos teólogos hablan de un germen remanente del que se desarrollará mi nuevo cuerpo; otros dicen que el principio de organización del cuerpo permanece. Orígenes pensaba en alguna cosa parecida, y así lo hicieron Kuyper y Milligan.
Si tenemos esto presente, perderá su fuerza por completo, la antigua objeción en contra de la doctrina de la resurrección, es decir, que es imposible que un cuerpo pueda levantarse con las mismas partículas que lo constituían a la hora de la muerte, puesto que estas partículas pasan a otras formas de existencia! y quizá a centenares de otros cuerpos.
ES UNA RESURRECCIÓN TANTO DE JUSTOS COMO DE INJUSTOS
Según Josefo los Fariseos negaban la resurrección de los malvados. La doctrina del aniquilacionismo y la de la inmortalidad condicional, las cuales, al menos en algunas de sus formas, niegan la resurrección de los malvados y enseñan su aniquilación, aceptadas por muchos teólogos, han encontrado también aceptación en sectas como la de los adventistas y la del amanecer milenario. Creen en la' extinción total de los malvados.
Algunas veces se hizo la afirmación de que la Escritura no enseña la resurrección de los malvados, pero esto es manifiestamente un error, Dan. 12:2; Juan 5:28, 29; Hech. 24:15; Apoc. 20: 13-15. Al mismo tiempo debe admitirse que la resurrección de ellos no es prominente en la Biblia. El aspecto soteriológico de la resurrección está manifiestamente en primer lugar, y ésta pertenece al los justos, nada más, Ellos, a distinción de los malvados, son los que resultan beneficiados por la resurrección.
ES UNA RESURRECCIÓN QUE NO TIENE IGUAL IMPORTANCIA PARA EL JUSTO QUE PARA EL INJUSTO
Breckeridge cita a I Cor. 15: 22 para probar que la resurrección, tanto de santos como de pecadores, fue comprada por Cristo. Pero difícilmente puede negarse que el segundo Cristo. Pero, con seguridad, sólo los creyentes están en semejante relación viva con El. La resurrección de los malvados no puede considerarse como una bendición ganada por la obra mediatora de Cristo, aunque está relacionada con ella indirectamente.
Es un resultado necesario por haber pospuesto la ejecución de la sentencia de muerte sobre el hombre, posposición que hizo posible el trabajo de redención. La posposición dio por resultado una separación comparativa de la muerte temporal y la eterna, y la existencia de un estado intermedio. Bajo estas circunstancias se hizo necesaria la resurrección de los malvados de entre los muertos, para que la muerte les fuera impuesta en su más, amplia extensión y en todo el peso de sus consecuencias.
La resurrección de ellos no es un acto redentivo, sino de justicia soberana, de parte de Dios. La resurrección de los justos y de los injustos tiene esto en común, que en ambos, los cuerpos y las almas son reunidos. Pero en el caso de los primeros este resultado es vida perfecta, en tanto que en el caso de los últimos conduce a la pena extrema de muerte, Juan 5:28, 29.

EL TIEMPO DE LA RESURRECCIÓN

EL CONCEPTO PREMILENIAL RESPECTO AL TIEMPO DE LA RESURRECCIÓN
Es opinión común entre los premilenaristas que la resurrección de los santos estará separada de la de los malvados por un millar de años. Casi parece que consideran una verdad axiomática que estas dos clases no resuciten, posiblemente, al mismo tiempo, Y no sólo eso, sino que el tipo de premilenialismo que actualmente está en auge, con su teoría de una doble segunda venida de Cristo, sienten la necesidad de situar una tercera resurrección.
Todos los santos de las primeras dispensaciones juntamente con los de la actual se levantarán en la parusía o venida del Señor. Aquellos que todavía vivan serán transformados en un momento, en un abrir y cerrar de ojo. Pero durante los siete años siguientes a la parusía muchos otros santos mueren, especialmente, en la gran tribulación.
Estos deben también resucitar, y su resurrección ocurrirá en la revelación del día del Señor, siete años después de la parusía. Pero aun en este punto los premilenaristas no pueden detenerse correctamente. Puesto que la resurrección al fin del mundo está reservada para los malvados, debe haber otra resurrección de los santos que murieron durante el milenio, la cual precede a la de los malvados, porque no pueden resucitar al mismo tiempo.
LAS INDICACIONES BÍBLICAS RESPECTO AL TIEMPO DE LA RESURRECCIÓN
Según la Biblia, la resurrección de los muertos coincide con la parusía, con la revelación del día del Señor, y con el fin del mundo, y se coloca inmediatamente antes del juicio final y general. Ciertamente esto no favorece las distinciones premileniales con respecto a esta: doctrina. En varios lugares se presentan la resurrección de los justos y la de los malvados como contemporáneas, Dan. 12:2; Juan 5:28, 29; Hech. 24:15; Apoc. 20:13-15. Todos estos pasajes hablan de la resurrección como un solo evento y no contienen la más ligera Indicación de que la resurrección de los justos y la de los malvados estarán separadas por un período de mil años.
Pero esto no es todo lo que se puede decir en favor de la idea de que las dos coinciden. En Juan 5:21-29 Jesús combina el pensamiento de la resurrección, que incluye la resurrección de los justos, con el pensamiento del juicio, que incluye el juicio de los malvados. Además, II Tes. 1:7-10 explica claramente la parusía (versículo 10), la revelación (versículo 7), y el juicio de los malvados (versículos 8, 9) como coincidentes.
Si ese no es el caso, el lenguaje parece haber perdido su significado. Además, la resurrección de los creyentes está directamente relacionada: con la segunda venida del Señor en 1 Cor. 15:23; Fil. 3:20, 21; y 1 Tes. 4:16, pero también se explica como que ocurre al fin del mundo, Juan 6:39, 40, 44, 54 o en el último día. Eso significa que los creyentes resucitan en el último día, y que el último día es también el día de la venida del Señor. La resurrección de los creyentes no está colocada un millar de años antes del fin.
Felizmente, hay varios premilenaristas que no aceptan la teoría de una triple resurrección, pero que, sin embargo, se apegan a la doctrina de una doble resurrección.

CONSIDERACIÓN DE LOS ARGUMENTOS QUE FAVORECEN UNA DOBLE RESURRECCIÓN.

SE PONE GRAN ÉNFASIS EN EL HECHO DE QUE LA ESCRITURA, AUNQUE HABLA, EN GENERAL, DE LA RESURRECCIÓN TON NEKRON, RESURRECCIÓN DE LOS CREYENTES COMO UNA RESURRECCIÓN.
Implicaría que muchos muertos todavía quedan en la tumba. Lightfoot también afirma que esta expresión se refiere a la resurrección de los creyentes, pero Kennedy también la conclusión a la que llega el Dr. Vos después de un estudio cuidadoso de los pasajes pertinentes. En general, puede decirse que la hipótesis de que la semejante traducción; y Creme-Koegel interpreta la expresión como que significa.
Debería notar se que Pablo usa los términos indistintamente en I Cor. 15. Aunque habla de la resurrección de los creyentes nada más, evidentemente no trata de acentuar el hecho de que ésta es de carácter específico, porque usa el término más general repetidas veces, 1 Col. 15:12, 13, 21, 42.
LOS PREMILENARISTAS APELAN TAMBIÉN A CIERTAS EXPRESIONES RESURRECCIÓN DE LOS CREYENTES NADA MÁS:
Estas expresiones parece que ponen aquella resurrección como algo aparte. Pero estos Pasajes prueban nada más que la Biblia! distingue la resurrección de los justos de la de los malvados y no proporciona prueba alguna de que habrá dos resurrecciones, separadas una de la otra por un período de mil años.
La resurrección del pueblo de Dios difiere de la de los incrédulos en el principio que la impulsa, en su naturaleza esencial y en su final desenlace, y puede, por tanto, explicarse muy bien como algo distintivo, y desearse mucho más que la resurrección de los impíos. La primera libera a los hombres del poder de la muerte; lo que la segunda no hace. A pesar de que los incrédulos resucitan, permanecen en el estado de muerte.
UNO DE LOS PASAJES PRINCIPALES DE PRUEBA DE LOS PREMILENARISTAS ACERCA DE UNA DOBLE RESURRECCIÓN SE ENCUENTRA EN I COR. 15:22.
También en Cristo todos resucitarán. Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo en su venida. Luego viene el fin cuando entregará el reino a Dios, el Padre.
A. En este pasaje encuentran ellos tres etapas de la resurrección indicada, es decir, la resurrección de Cristo.
B. La resurrección de los creyentes.
C. El final (o parte final, como ellos lo interpretan) de la resurrección, es decir, resurrección, Cristo y muchos santos se levantan en Jerusalén y en sus alrededores y aparecen como el primer grupo.
Más de mil novecientos años después aquellos que son de Cristo en su venida aparecen como el segundo último gran grupo, como una banda de criaturas olvidadas termina la procesión el texto.
El argumento es que epeita (entonces) del versículo 23 se refiere a un tiempo de cuando menos 1900 años más tarde, la palabra eita (entonces) del versículo 24 se refiere a un tiempo situado 1000 años más tarde. Pero esta es una mera suposición sin ninguna prueba. Las palabras epeita y eita, en realidad, significan la misma cosa, pero ni una, ni la otra implican, necesariamente, la idea de un largo período intermedio. Nótese el uso de epeita en Luc. 16:7 y Sgo. 4:14, y el de eita en Marc. 8:25; Juan 13: 5; 19: 27; 20: 27.
Ambas palabras pueden usarse para aquello que ocurrirá inmediatamente, y para lo que ocurrirá solamente algún tiempo después, de tal manera que es una mera suposición que la resurrección de los creyentes esté separada del final por un largo período de tiempo. Otra suposición sin prueba es que el fin significa el fin de la resurrección.
Según la analogía bíblica la frase señala al fin del mundo, la consumación, el tiempo cuando Cristo entregará el reino al Padre y pondrá a todos sus enemigos debajo de sus pies. Este es el concepto adoptado por comentadores como Alford, Godet, Hodge, Bachmann, Findley, Robertson y Plummer y Edwards.406
OTRO PASAJE AL QUE APELAN LOS PREMILENARISTAS ES I TES. 4: 16:
El cielo con clamor, con voz de arcángel, y que aquellos que no murieron en Cristo se levantarán en fecha posterior. Pero está perfectamente claro que esto no es la antítesis que el Apóstol tiene en su seremos arrebatados juntamente con ellos en el aire: y así estaremos para siempre Tanto en este pasaje como en el precedente Pablo está hablando nada más de la resurrección de los creyentes; la de los impíos no la tiene a la vista para nada.
EL PASAJE MÁS IMPORTANTE AL QUE LOS PREMILENARISTAS SE REFIEREN ESTÁ EN APOC. 20:4-
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieran mil años. Esta una primera resurrección, y ésta, se dice, implica una segunda. Pero suponer que el escritor está hablando aquí (versículos 5 y 6) de una resurrección corporal, es extremadamente dudoso. La escena de los versículos 4-6 está puesta, evidentemente, no en la tierra, sino en el cielo. Y los términos empleados no sugieren una resurrección corporal.
El vidente no habla de personas o cuerpos que resucitaron, sino de almas que resuciten en primera resurrección, pudiera hasta ser una destacada desaprobación de una interpretación más realista (quilista) de la misma frase408. Con toda probabilidad la expresión se refiere a la entrada de las almas de los santos al glorioso estado de vida con Cristo, a la hora de su muerte. La ausencia de la idea de una doble resurrección haría muy bien que dudáramos de afirmar su presencia en este oscuro pasaje de un libro tan lleno de simbolismos como es el Apocalipsis de Juan.

Dondequiera que la Biblia' menciona la resurrección de los justos y de los impíos juntamente, como en Dan. 12:2; Juan 5:28, 29; Hech. 24:15, no contiene la más ligera indicación de que las dos estarán separadas por un millar de años. Por otra parte enseña que la resurrección tendrá lugar en el último día, y será seguida, de inmediato, por el juicio final, Mat. 25:31, 32; Juan 5:27-29; 6:39,40,44,54; 11:24; Apoc. 20: 11-15.